Hoy vengo aquí para hablar de amor. De las dificultades y la vergüenza desmedida que se pasa en muchas situaciones locas que a veces tienen un final... Bueno, a veces feliz y otras veces no.
Los protagonistas de esta historia de LOVE totaaaaal tienen nombres, ficticios, claro, aún quiero que sean mis amigos. Ella es Sara, una chica monísima, romántica y aventurera. Y él, Sergio, con un cuerpo y una sensualidad que maravillarían a cualquier mujer. Comienzan a salir, una cita, otra, otra y otra. Están colados como el buen café. Ella tenía un viaje preparado desde hacía tiempo y Sergio, cogiendo el toro por los cuernos, comenta con Sara que se va con ella. Y que él es un hombre de los de verdad, de los que te cogen y te doman, de los que valen para el puesto, vaya.
Y como la pasión les ciega, allá que se van, a Kenia. Sí, amigos, una ideaca lo de irte con tu nuevo amor de viaje a un país exótico donde vas a estar la mar de bien, con una higiene máxima, ya sabéis.
Y como la pasión les ciega, allá que se van, a Kenia. Sí, amigos, una ideaca lo de irte con tu nuevo amor de viaje a un país exótico donde vas a estar la mar de bien, con una higiene máxima, ya sabéis.
Total. Se van de viaje a los quince días de conocerse. Cosa que tiene un porcentaje por igual de romanticismo y riesgo. ¿Es una buena idea?, os preguntaréis. Paciencia. Entre las muchas actividades que el cachas y la romántica decidieron hacer había un safari. Sí, una expedición donde vas con un coche para ver animales salvajes, exóticos y disfrutando de ellos en su hábitat natural. Una cosa maravillosa en la que no te puedes despistar ni un segundo, si sales de tu vehículo a motor puede que vuelvas a España sin piernas o sin brazos, cosa que no me parece nada apetecible. Desde la empresa organizadora se encargan de meterte el miedo en el cuerpo, te enseñan fotografías de humanos mutilados por el ataque salvaje de un león o un guepardo. Te haces caca encima, vamos, decides inmediatamente que no bajarás del coche bajo ningún concepto.
Preparando el viaje, Sergio y Sara fueron a vacunarse, cosa muy importante, viajeros. Como es habitual les recetan "Malarone", unas pastillas contra la malaria que tienen efectos secundarios incómodos entre los que podríamos destacar la diarrea. Todos lo sabemos. Diarrea, sé que es un término con cero glamour, pero las cosas son como son.
Cogen el avión, se plantan en Kenia en un hotel aceptable y con encanto. Sin grandes dispendios, que tampoco mis amigos son terratenientes. Llegó el día del safari, el Malarone comenzaba a hacer sus efectos. Ella conduciendo, mientras él hacía fotos... Sergio comienza a sentir unos retortijones que casi se arranca la piel a tiras. Salir del coche no podía ser, un baño cercano un deseo imposible. Ella seguía conduciendo, manifestando sus nervios con una risa incontenible e intentando dar una solución a un problema cotidiano a la par que vergonzoso. Sergio, pobre hombre, reprimiendo el dolor abdominal. Se acabó, no hubo final feliz. En su fuero interno pensaba: "¿En serio me va a pasar esto a mí?" Pues sí, le pasó y, además, varias veces. Se cagó vivo, perdonad la franqueza.
Ahora están casados, tienen dos hijos y quieren volver a Kenia, que total, si ahora alguno de ellos se caga tampoco va a pasar nada.
Preparando el viaje, Sergio y Sara fueron a vacunarse, cosa muy importante, viajeros. Como es habitual les recetan "Malarone", unas pastillas contra la malaria que tienen efectos secundarios incómodos entre los que podríamos destacar la diarrea. Todos lo sabemos. Diarrea, sé que es un término con cero glamour, pero las cosas son como son.
Cogen el avión, se plantan en Kenia en un hotel aceptable y con encanto. Sin grandes dispendios, que tampoco mis amigos son terratenientes. Llegó el día del safari, el Malarone comenzaba a hacer sus efectos. Ella conduciendo, mientras él hacía fotos... Sergio comienza a sentir unos retortijones que casi se arranca la piel a tiras. Salir del coche no podía ser, un baño cercano un deseo imposible. Ella seguía conduciendo, manifestando sus nervios con una risa incontenible e intentando dar una solución a un problema cotidiano a la par que vergonzoso. Sergio, pobre hombre, reprimiendo el dolor abdominal. Se acabó, no hubo final feliz. En su fuero interno pensaba: "¿En serio me va a pasar esto a mí?" Pues sí, le pasó y, además, varias veces. Se cagó vivo, perdonad la franqueza.
Ahora están casados, tienen dos hijos y quieren volver a Kenia, que total, si ahora alguno de ellos se caga tampoco va a pasar nada.
0 comentarios:
Publicar un comentario