Vengo muy loca. Loquísima. Disgustada. Resentida. Malhumorada. Amohínada. Nunca comprar unos vaqueros fue tan duro. Entré en la tienda, iba sola, porque nada hay más chulino en la vida que ir de compras con la soledad. Vi vaqueros, los palpé y decidí coger dos tallas de cada modelo. Lo normal.
Entré en el probador, que por cierto, a ver si los limpian porque tienen más pelusas que una casa okupa. Me metí los pantalones y salí a los espejos de fuera, que es donde te ves mejor la trasera. Pero como no me veía bien, hice lo que no hay que hacer amigas. Preguntar a una chica que estaba en el probador de al lado.
"Oye, perdona, me dices que tal me quedan los pantalones, que no me veo bien, por favor" le digo yo amablemente, con una sonrisa estupenda, que para eso he sufrido los braquets. Y ella me responde con más sinceridad que mi mejor amiga: "Te quedan bien, te hacen un poco CULONA, pero te quedan fabulosos". ¿Cómo? ¿CÓMO? ¿Qué? ¿QUÉ?
Me metí en el probador, lloré desconsoladamente, sin hacer ruido.Me limpié las lagrimas, me miré al espejo, volví a llorar, esta vez con hipo. Aunque diré a mi favor que la chica del probador, la que me llamó culona, era dominicana. Y allí a ellos les gustan las curvas ¿VERDAD? Tengo un trauma y un culazo.
Tras mi llanto en secreto, salí del probador, fui a la caja y con dos pelotas, me compré los pantalones que me hacen un culo de cama de hotel deluxe. Para acordarme siempre de que no hay que preguntar a nadie como te queda nada, que las sorpresas pueden ser desagradables.
Venga ya. Que tienes un culazo es un hecho cierto. Pero no en tamaño, en belleza. Tu pregunta a un hombre si le gustan los culazos. Las mujeres sois muuuuu raras.
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